Tomé su mano con ternura y
deseo. Besé sus labios lentamente. Suavemente, mordí su labio inferior y con
brazos de pulpo lo abracé con deseo. Mi lengua recorrió su cuello en
preparación de mordidas, de actos más fuertes. Mis dientes mordían con amor la
piel que tanto amaban. El olor de hombre llenaba mi olfato y me volvían loco.
Finalmente, mis colmillos se alargaron y penetraron su cuello. Un dulce gemido.
Publicado en la antología "Sensaciones y Sentidos" de editorial Diversidad Literaria.
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